La provincia de Castellón tiene pueblos de lo más diversos para visitar. Algunos de ellos bañados por las aguas del Mar Mediterráneo y otros entre montañas. Os indicamos 10 que no podéis dejar de visitar si venís por la provincia.
Peñíscola es quizás uno de los más conocidos. Una península con un casco urbano prácticamente peatonal de calles empedradas, blancas casas al estilo de los pueblos mediterráneos, su faro y el Castillo del Papa Luna son sus principales atractivos. El pueblo forma parte de la red Los Pueblos Más Bonitos de España y tiene una gran oferta turística, actividades, muy buenos restaurantes y hoteles al mejor precio. El ambiente aunque es turístico, es muy familiar.
Las playas son de arena dorada y muy seguras para ir con niños, además de las infraestructuras para la practica de deportes. Se pueden hacer excursiones por la Sierra de Irta desde donde hay vistas muy bonitas.
2. Morella
Si lo que quieres es un entorno de interior, en Morella encontrarás uno de los pueblos más bonitos. Puedes recorrer sus murallas, subir al Castillo por el que pasaron personajes tan importantes como El Cid, Jaime I, Abderramán III, el Papa Luna y el General Cabrera entre otros. Entramos al castillo por el Convento de San Francisco, donde destaca el claustro. Ascendemos y encontramos el Palacio del Gobernador, construido aprovechando el interior de una cueva. Ahí encontramos una gran exposición sobre la historia del castillo.
La calle principal de Morella es porticada y está llena de tiendas con productos artesanos: las famosas mantas morellanas, miel, recuerdos, etc. Piérdete por sus calles del barrio judío, recorre el Jardín de los Poetas situado a pies del convento y no olvides subir a las Torres de San Miguel (ahora cerradas por el Covid). Estas torres gemelas son parte de la puerta principal de acceso a la población y en ellas hay una exposición de juegos tradicionales y disfraces para uso de grandes y pequeños.
Otro de sus reclamos son los museos: el de los Dinosaurios, con una reproducción a escala del Iguanadon, dinosaurio que habitó estas tierras. El Museo del Sexenni, con objetos, trajes tradicionales e información sobre estas fiestas declaradas de Interés Turístico Nacional y Bien de Interés Inmaterial que se celebran cada 6 años. Las salas góticas del Ayuntamiento y la Prisión completarían la visita.
3. Culla
Culla está a 70 kilómetros de la capital. Es un hermoso pueblo medieval perteneciente al Maestrazgo castellonense y con un casco antiguo que fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2004.
La localidad fue vendida en el año 1303 a la Orden del Temple. Puedes seguir la ruta de los principales puntos de interés mediante las señales con flechas que lo indican y la información recogida en diferentes carteles dispuestos en cada lugar histórico.
Un antiguo hospital, prisión, cementerio medieval, castillo (destruido totalmente durante las guerras carlistas) con vistas preciosas, y las minas Victoria Esperanza. Estas minas son visitables y hay un tramo que se realiza con un trenecito, algo que seguro que hará gracia a los más pequeños.
4. Villafamés
Junto a los tres anteriores es uno de los cuatro pueblos castellonenses pertenecientes a la red de Pueblos Más Bonitos de España.
El pueblo destaca por su tono rojizo, sus calles guardan rincones con un encanto especial. Encontramos la Roca Grossa en la subida al castillo. Esta roca parece estar a punto de caerse. Formada en la Era Secundaria tiene un peso de 2.163,2 TM.
Las ruinas del castillo conservan una bonita torre de planta circular, un aljibe y algunas paredes con ventanas.
Antes de llegar al pueblo por una de esas carreteras paisajistas y llenas de curvas, descubrimos una de las más bellas estampas del pueblo. No dudes en para en algún mirador que encontrarás. Destaca la «Mola», ese enorme trozo de montaña sobre el que hubo un castillo. Aunque lo más bello no está arriba, sino abajo, en el interior de esta «muela» ya que la puedes atravesar mientras conoces la historia del pueblo y ves un audiovisual.
El pueblo tiene poco más de medio centenar de vecinos que se ven triplicados durante el verano. Nosotros hicimos la visita guiada que salía a las doce desde la Oficina de Turismo. El edificio en el que está la Oficina era una antigua lonja porticada para resguardarse del frío que suele hacer durante el invierno.
La visita nos llevó hasta la iglesia de la Asunción que estaban restaurando los vecinos. El campanario tiene la peculiaridad de ser uno de los dos que existen en España que son de menor altura que la iglesia.
El pueblo fue un enclave crucial en diferentes contiendas bélicas. Se puede visitar una nevera a las afueras del pueblo (hay visita guiada a las 16.30), pinturas rupestres y molinos. Hay diferentes rutas de senderismos por las cercanías.
Durante un fin de semana del mes de junio se organiza un concurso de perros pastores donde se valora la acción de recogida del rebaño entre otras.
6. Fanzara
Este pueblo se ha reinventado mediante su conocido festival, el Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU).
Todo surgió a raíz de una protesta por un vertedero que querían poner en el pueblo, a lo que muchos vecinos se opusieron. La fuerza que les dio ganar esa batalla se reflejó en el inició de un movimiento en este arte callejero.
En el proyecto participan artistas de nivel internacional. Los vecinos prestan sus fachadas e incluso los cobijan en su casa durante el fin de semana de julio en el que se celebra. Hay una selección de fachadas y cada año se renuevan y se realizan nuevas obras. Así que si vas en diferentes años puede que no veas las mismas.
Recorre sus calles para descubrir las diferentes obras y deja que cada rincón te sorprenda. Se ha convertido en uno de los pueblos más virales en las redes sociales y más fotografiados de la Comunidad Valenciana.
Un pueblo menos conocido, pero no por ello menos bonito. De origen islámico, fue escenario de batallas durante las guerras carlistas, aquí fue vencido el General Cabrera, conocido como «El Tigre del Maestrazgo».
El núcleo conserva un rico patrimonio con monumentos como el antiguo Palacio del Comendador de Montesa (actual Ayuntamiento), la iglesia de San Bartolomé y el museo parroquial, la Torre de la Presó, las murallas, el refugio de la Guerra Civil y un buen número de casas señoriales.
A sólo 4 kilómetros encontramos el Castillo del siglo XIV que perteneció a caballeros de la conquista, grandes señores y a las ordenes militares templarias y montesas. El lugar es ideal para descansar y comer, ya que hay una completa área de picnic con mesas, paelleros, fuente…
8. Catí
Fundado en 1239 tras la reconquista por Jaime I pasó a formar parte de las aldeas de Morella hasta 1691, año en el que consigue su independencia.
Conserva su trazado medieval y muchas casas señoriales, escudos y fuentes. Es curioso el edificio del Delme, datado en 1333 y donde se recogía el impuesto del diezmo para el señor. Los lavaderos también son lugares destacados, reunión de vecinas donde además de lavar la ropa hacia las veces de redes sociales ;-). La Font de Sant Vicent es realmente preciosa.
Los quesos de Catí son muy conocidos. La fábrica se puede visitar para conocer el proceso y los diferentes quesos que se fabrican.
A 5 kilometros y tras pasar un túnel en la roca encontraréis un lugar único: la llamada «Capilla Sixtina del Maestrazgo» donde no queda un rincón sin pintar. Este conjunto pictórico fue encargado al pintor Pasqual Mespletera por el Padre Francisco Celma y fue acabado el año 1750.
La ermita de la Mare de Deu de L´Avellà tiene su origen en el siglo XVI y cuenta la leyenda que a una vieja, ciega y leprosa, se le apareció la Virgen y le indicó que se lavase con el agua de la fuente. La mujer sanó y recobró la vista milagrosamente. Se convirtió en lugar de romería y los vecinos suben cada 8 de septiembre. Junto al santuario hay un manantial de aguas minero-medicinales, un Centro de Interpretación del Agua (entrada 2€), un restaurante, un hotel-balneario y apartamentos de alquiler. Es un lugar en el que se pueden realizar rutas de senderismo para descubrir bellos paisajes del Bajo Maestrazgo.
9. Sant Mateu
La población posee un rico patrimonio monumental que atestigua un gran pasado esplendoroso de época medieval propiciado por pertenecer a la Orden del Hospital. Su plaza es una de las más bonitas de la provincia, toda porticada y con la bonita Fuente del Ángel. En esta plaza se celebra el mercado semanal desde el siglo XVIII, aunque su fuente es más antigua, ya que aparece documentada en 1373.
Encontramos murallas del siglo XIV, una mazmorra medieval, conserva un horno medieval de los dos que llegó a tener y Palacios como el del Marqués de Villores, de la Cort Nova o Borrull. El Callejón de los Judíos es uno de los puntos que más nos gustan, ya que, aunque esté restaurado, conserva toda la esencia de una viejo barrio hebreo, una aljama que pagaba sus impuestos para disfrutar de su propio autogobierno, aunque pertenecieran a otro señor o rey.
La iglesia y convento de las Monjas Agustinas fue fundado en 1590 por monjas que llegaron desde el convento de Mirambel. Llevan interrumpidamente desde el año 1590, excepto el periodo durante la Guerra Civil cuando la CNT les expropió.
Antes de marcharos, os recomiendo acercaros a la ermita de la Virgen de los Ángeles, un conjunto compuesto por la iglesia, la hospedería, el mirador, el pozo y un buen restaurante. Este interesante conjunto data del siglo XVI.
10. Benassal
Población muy conocida a partir del siglo XVIII, gracias a sus aguas de propiedades minero medicinales. Desde el año 1928 se comercializa este agua y supone un gran desarrollo económico y social para el pueblo y también turístico. Cuenta con balneario, alojamientos, restaurantes… También la zona es muy buena para el cultivo de la trufa junto a Culla y Catí, un auténtico tesoro culinario muy codiciado. La planta embotelladora ofrece visitas y también podéis conocer todo lo relacionado con el cultivo de la Trufa.
Destaca la Font d´En Segures, con su cúpula en piedra. La fuente se encuentra al pasar el pueblo y está perfectamente señalizada. El pueblo tiene un precioso núcleo urbano y se puede hacer una ruta familiar para conocerlo siguiendo las directrices de Los Dominios de Neptuno, un folleto que se puede recoger en la Oficina de Turismo. Os recomiendo visitar el horno, recorrer sus calles empedradas, pasar por el Arc de la Mola, el castillo, sus torres y murallas, y fijaros en esas bonitas casas señoriales. El pueblo posee un Museo Arqueológico, un aula museo, una torre que se utilizó como prisión y un paraje natural llamado el Rivet donde además de un Centro de Interpretación de la naturaleza, hay un área de picnic.
No os marchéis sin llevaros productos típicos locales como son las avellanas, los quesos, las cocas, los embutidos y los dulces.
Escrito por A mamá le gusta viajar
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